Un álbum auto editado y energía desbordante han sido suficientes para que el joven cuarteto de Staten Island (Nueva York) hayan conseguido llamar la atención de la platea indie de medio mundo. Su primer disco es explosivo, una amalgama de ruido, guitarrazos, trompetas, gritos y capas de sonidos que remite directamente al sonido de los grandes del indie rock de otra época, a Pixies, Pavement, Built to Spill o Sonic Youth. ¿Realmente merecen el hype a su alrededor? A tenor de su reciente visita a España dentro del Primavera Club, sí.
Poco se sabía de estos muchachos, hasta que la todopoderosa web Pitchfork comenzó a levantar revuelo en torno a ellos y le dieron una calificación generosa a Why there are Mountains. Las expectativas y la presión nunca son buenas aliadas y no hay que olvidar que esto es el primer intento de una banda de veinteañeros que lo mejor que hacen es devolver ese sonido indie tan característico a la actualidad. Mucho ruido, grito, guitarras afiladas y sonidos distorsionados y lo que es su mejor baza la energía y su juventud insultante. El disco, auto producido por la banda, es prolijo en excentricidades poco vistas en una banda debutante, canciones larguísimas donde se confunden la serenidad y la calma con el ruido y la desesperación. Un buen ejemplo del buen estado de salud del indie americano.
El disco arranca con …And the hazy sea, que deja bien claro el porqué del apodo del líder de la banda Joseph “Ferocius” D´Agostino. Seis minutos que casi sirven para resumir el contenido del disco. Exhibe una densidad sonora aplastante y D´Agostino oscila entre los tonos infantiles y los suplicantes, entre los susurros y los gritos desesperantes. Un inicio con alma de clásico a la que sigue Some trees la más breve y accesible del disco e Indiana donde tras una extensa introducción de distorsión aparecen luminosos en un tema inocente y cálido. Cold Spring rompe la fórmula del cambio radical y Share viaja durante más de siete minutos por texturas de sonido dignas del mejor shoegaze. Ya en la cara B de disco Wind Phoenix luce sobre el resto con un estupendo riff de guitarra y cambios de sonido constantes.
Why there are mountains no se puede encerrar en un solo género pero tras escucharlo queda claro que es una demostración genuina de rabiosa juventud y que los Cymbals Eat Guitars tienen un potencial enorme con el que sorprender en el futuro.
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