lunes, 24 de diciembre de 2007

DESEO, PELIGRO. (Ang Lee, 2007)

DESEO, PELIGRO. (Ang Lee, 2007).
Y una vez más Ang Lee vuelve a hablar de personajes encerrados, reprimidos por el contexto social y predestinados a un destino trágico. Es el mismo terreno conocido de cintas tan dispares como Sentido y Sensibilidad (1995), donde las convenciones sociales de la Inglaterra victoriana marcaban las pulsiones de los personajes, Brokeback Mountain (2005) donde la homosexualidad de dos vaqueros debía permanecer oculta o Hulk (2002) en la que el protagonista debe aceptar su concepción de monstruo solitario con un pasado familiar tormentoso. Tampoco sorprende la perfecta adecuación de Ang Lee al genero elegido por la película; si en otra ocasiones ya ha abrazado el más puro drama romántico (Brokeback Mountain), el western (Cabalga con el Diablo, 1999) o el fantástico hongkones de artes marciales (Tigre y Dragón, 2000), aqui estamos desde el primer minuto en el terreno del noir o cine negro.
Decir con cada película de Ang Lee que se adapta magistralmente a cada género y contexto por muy diferente y extraño que le resulte, suena ya a tópico. Aún así me sigue pareciendo admirable como Lee es capaz de hacer suyas las convenciones de los diferentes géneros para después transmutarlos. En Deseo, Peligro llena los huecos del cine clásico, rompe con sus limitaciones y convenciones, ilustra sus elipsis allá donde los clásicos tenían que cortar del mismo modo que en Brokeback Mountain mostró un tipo de relación que el western clásico sólo podía sugerir o que en Hulk trasmutó la típica película de historieta de comic en un auténtico drama psicológico. Sin duda, Ang Lee tiene muy merecida su entrada entre el grupo de los grandes directores del panórama actual.
La historia de Deseo, Peligro transcurre en la China ocupada por Japón de la II Guerra Mundial en la que Wang Chia Chi, una joven universitaria que forma parte de un grupo de teatro se enrola en un grupo de la resistencia china que pretende asesinar al jefe de la seguridad, el señor Yee. Todo esto transcurre en la primera parte de la película, bastante dilatada en su tiempo cinematográfico sin motivo aparente a no ser el de que sea aqui donde se recogen los aspectos más nacionalistas de la cinta, ya que en casi ningún momento se hace mención específica a la situación social. Ang Lee nos sitúa en otro terreno, el de las interminables partidas de Mah John, las compras o las reuniones estudiantiles.
El nudo de la tragedia comienza a partir del encuentro entre Wang Chia Chi y el señor Yee. La joven actriz Wang Chia Chi acepta interpretar el papel de Mai Tai Tai para seducir al jefe de seguridad y asesinarle. Ambos se verán inmersos en una tormentosa relación de deshumanización a partir de los dos caminos personales que siguen. Ella se aleja cada vez más de las falsas ilusiones de su grupo juvenil y se adentra en terrenos cada vez más sordidos, dominada por el personaje que interpreta y transformando el sacrificio que ha aceptado en placer... Deseo y Peligro. Por su parte el Señor Yee es incapaz de deshacerse de su presente, de su trabajo como torturador, de ahí ló lógico que resulte su carácter sadomasoquista y lo significativo que es para este personaje el maravilloso plano en el que aparece con el traje impoluto y los zapatos llenos de sangre.
Deseo, Peligro sería imposible sin las magistrales interpretaciones del siempre soberbio Tony Leung que aqui interpreta a un nuevo tipo de antiheroe romántico, alejandose de sus trabajos con Wong Kar Wai y sobre todo de Tang Wei, debutante de 28 años que lleva todo el peso de la cinta. El nivel interpretativo de la película sube enteros en las escenas eróticas de la película donde vemos a una actriz que interpreta a una actriz interpretando donde no queda ningún recurso con el que interpretar: en la cama. La pulsión de ambos personajes por no mostrar su yo, el peligro de abandonarse al placer y ser descubierta, la obsesión con ser traicionado... todo ello confluye en las dos escenas eróticas, que son los dos motores centrales de la relación entre Wang Chia Chi y el señor Yee. Con un esplendido cierre, muy similar al de Promesas de Este (David Cronemberg, 2007), la nueva película de Ang Lee, si bien adolece de un metraje inicial alargado, es una lección de cine de primera línea.

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